28.11.08

RESTAURANTE CASA SOLLA

Y para que no se me mal interprete y alguien pueda pensar que soy el típico que le pone pegas a todo, o que directamente pretendo molestar a todo el que pueda, voy a relatar, no sin cierto retraso, una excepcional comida que tuvimos la oportunidad de disfrutar en Casa Solla (Poio-Pontevedra) unos meses antes.
Al igual que en el caso anterior, la impresión al llegar al restaurante no puede ser mejor: buena situación, buenas instalaciones, comedor amplio, moderno y elegante...Nuestra mesa está situada al lado de un gran ventanal con una luz y unas vistas estupendas.


Quiso la casualidad y la falta de personal de sala (según nos explicó en propio Solla) que fuese él mismo quien nos atendió: amabilidad, cercanía y simpatía todo en uno.

Una ojeada a la carta y la decisión es rápida: Menú degustación para ocho. Un ok por parte de Solla seguido de "ahora os traigo la carta de vinos para que le echéis un vistazo" que en no más de tres minutos vuelve a traérnosla.

En este sentido y como el menú es un poco sorpresa porque no sabemos que lleva (yo prefiero no leerlo y que me vaya sorprendiendo), le pedimos consejo sobre el vino.

Nos recomienda para la primera mitad del menú un ribeiro "de cuyo nombre sí quiero acordarme" pero no hay forma y que estaba realmente bueno, y ya para la segunda mitad, un Toro "Corral de Campana o de Campanas", algo sulfuroso de entrada, pero que se le iba enseguida. Un vino que me encantó y que con posterioridad he vuelto a probar decepcionándome un poco. Una vez más queda de manifiesto la importancia del servicio del vino para sacarle todo su potencial.

Llegan los snacks. Unas ricas brochetas de queso San Simón con tomate y una especie de pesto u otra salsa con algún aromático y unos frutos secos, creo recordar, ligeramente caramelizados:

El aperitivo: Unos cachelos acompañados de un chupito con una sopa de calabaza, morcilla y queso (pufff, o sólo de calabaza??) Si es que me está bien empleado por no hacer las cosas a su momento...

Llega el primer plato y con él las primeras sorpresas. Un extraordinario gambón con caldeirada. Uno de los mejores platos del menú. Minimalismo culinario en su máxima expresión. Dos ingredientes tratados por Pepe Solla hasta obtener de ellos lo mejor. El gambón puro sabor, la caldeirada no era más que mandioca cocinada en un jugo de marisco (y yo pensando ya en esferificaciones. Seré burro!!). Ufffff, me parece un platazo!!

Le siguió una vieira con verduras asadas y su caldo. Otro platazo!! jajajaja, si es que no voy a parar de decirlo en toda la entrada!!
La vieira tratada con una delicadeza como yo no conocía: Costra en su exterior e increiblemente jugosa en su interior acompañada del caldo y unos brotes. Perfecto!!.

Siguiente plato y nueva sorpresa. Setas, coliflor y pack-choi. La sorpresa está en que no conocía el pack-choi y me encanta probar cosas nuevas. Un plato que también me gustó mucho tanto por la originalidad como por el resultado final del mismo, con todos los ingredientes combinando a la perfección...

Le siguió un huevo con pan-ceta. Otro de los platazos del menú (cuantos llevo ya??). Una vez más minimalismo puro. Un huevo tratado técnicamente a baja emperatura, pan-ceta y unas migas. Se puede obtener más con menos?? El resultado increible!!

Aquí el nivel se pone un poco más tranquilo y seguimos con una estupenda corvina con infusión de pino piñonero. El punto del pescado, perfecto. En cuanto a la infusión de pino piñonero, sigo reflexionando sobre ella...pero no lo pillo...

El tema vuelve a ponerse serio y Solla nos sorprende con una pechuga de capón macerada en soja, que según sus propias palabras es "el plato más arriesgado del menú" pero resuelto a la perfección. Textura, sabor, técnica...El plato estaba coronado (a ver si no digo ninguna estupidez) con una emulsión de avena ¿Guiño a Ferran Adriá y a una de sus interminables técnicas? Se trata de añadir a un líquido lecitina de soja, cuyo efecto al incluirle aire por medio de un turmix, se consigue la textura, según el propio Adriá, más ligera conocida hasta la fecha. Una especie de espuma muy muy ligera. Un detalle de la profesionalidad de Solla es el previo aviso sobre lo arriesgado de la propuesta. Uno de mis amigos que tiene cierto reparo a tomar aves y más si están poco cocinadas, le pidió por favor si se la hacía un poco más. Con una amable sonrisa y un "por supuesto" el plato se fue y no tardó más de 3 minutos el volver con el nuevo punto.

Sin prisa pero sin pausa llega lo que parece ser un clásico en Casa Solla. El queso del país con sus dulces. Le preguntamos a Solla si era tetilla y nos dijo que era similar, pero que estaba fuera de cualquier denominación.

Ya en los postres, una temporada de cítricos que hacía justicia a su nombre, porque era puro sabor cítrico. Una vez más demostración del dominio de distintas técnicas: Sorbetes, nubes, gelatinas...y una vez más, el mimo de Pepe Solla que pone en todos los detalles: La nube coronada por una flor de borraja.

Y por último, chocolate y albaricoque ¿Hay un mejor final que terminar una estupenda comida con un postre de chocolate??
Terminamos los cafés con sus petit fours (trufas, toffes...) a los que además acompañamos con un moscatel del Bierzo (interesante propuesta la que os hizo Pepe Solla) y como no, el O Porto de rigor.

Vuelve Solla que nos invita a visitar las instalaciones. En la cocina ha querido evitar en lo posible la frialdad de los ambientes industriales incluyendo, por ejemplo, madera para la zona del pase, presidida esta por una escultura de Roy Ledgard (hijo del famoso presentador del 1,2,3)

Tras finalizar la visita, nos invita a pasar a una zona ya fuera del comedor, donde los fumadores podrán disfrutar de la cava de puros de Solla (la recuerdo muy pequeña pero, según los "pureros" interesante).

Sólo puedo decir que esta primera visita a Casa Solla no será la última (si la crisis me lo permite) y que desde luego, merecen la pena cada uno de los euros de la factura.

Milu.

3 comentarios:

Anie dijo...

Pues sí, una jornada inolvidable, que recuerdos tan agradables.

Anie.

Anónimo dijo...

Sin duda entre los dos mejores restaurantes de Galicia. El otro en mi opinión es Casa Marcelo.

Gran reportaje.

Carol, Lur, o llámame algo bonito xD dijo...

Por el "tamaño", por Euskadi creo que muchos lo llamaríamos "pintxos exquisitos variados", más que platos (igual los más brutikos vale). :)

Me voy a cenar que no veas cómo se me ha abierto el apetito. He disfrutado con la narración-descripción y sólo le faltaba poder acceder a alguna degustación virtual. Sería la leche!